El paseo repentino

(Franz Kafka, Der plötzliche Spaziergang, 1912)

 

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Praga de noche

Cuando uno parece haberse decidido definitivamente a quedarse la noche en casa, se ha puesto la bata, y luego de haber cenado se sienta en la mesa iluminada a hacer este trabajo o jugar este juego, luego del cual uno habitualmente se va a dormir; cuando afuera hace mal tiempo, y por lo tanto es obvio que uno se va a quedar en casa, cuando además uno ha estado tanto rato sentado que marcharse generaría una sorpresa general, cuando la escalera se halla a oscuras y la puerta de la casa ya está cerrada, y pese a todo esto uno se levanta entonces con un malestar repentino, se saca la bata, aparece de inmediato vestido para salir a la calle, explica que debe salir, lo hace luego de una corta despedida, y dependiendo de cuán fuerte dio el portazo para salir, cree haber dejado más o menos enojados a los de adentro; cuando se halla uno en la calle, con miembros que responden con una especial agilidad a la inesperada libertad que se les ha concedido, cuando uno siente haber reunido toda su fuerza de decisión mediante esa única decisión, cuando uno reconoce con más claridad que lo acostumbrado el hecho de que uno tiene más fuerza que necesidad de hacer y sufrir el cambio más rápido, y así se lanza uno a caminar por las largas calles, — entonces esta noche uno ha retirado completamente de su familia, cuyo ser se deshace, mientras uno mismo, totalmente firme, negro de contorno, espoleándose por detrás, logra su verdadera forma. Todo esto se intensifica, si uno a estas altas horas de la noche va a visitar a un amigo, para ver cómo le va.

 

(Traducción P.D.)

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